Verónica disfruta de una buena vida, a sus 37 años es considerada una de las mejores abogadas corporativas de la ciudad, comparte las noches con un hombre que se roba los suspiros de la mayoría de las mujeres, y ha viajado tanto alrededor del mundo, que su memoria ya no posee espacio para más recuerdos. Tiene todo lo que quiere, lo que necesita, lo que cree desear. Una imprevista gripe la llevará de patitas a la cama, poniendo en evidencia la inevitable sensación de soledad oculta en ella: Verónica tiene todo, y a la vez, nada.
Gabriel tiene más canas que cualquier otro hombre de su edad, para su suerte, las mismas combinan a la perfección con la amable sonrisa que siempre lo caracteriza. Es un hombre de múltiples oficios, contratista independiente, y todo lo que ama y necesita le cabe entre los brazos. Un trabajo de reparación general en un prestigioso edificio, un suceso desafortunado, y una gripe ajena, trazaran las líneas de un nuevo mapa en su vida.