La tendencia natural del historiador que ha dedicado mucho tiempo y mucha paciencia a estudiar un período del pasado es a sobrevalorarlo, porque, al costarle trabajo, aumenta inconscientemente su importancia.
No creo, sin embargo, que esa situación me engañe al recordar la Revolución francesa. Somos demasiados los que opinamos que es difícil, por no decir imposible, encontrar en el pasado universal unos años en que surgiera con más fuerza todo lo que los hombres llevamos dentro. La valentía y el miedo, la generosidad y la vileza, la avaricia y el derroche, lo auténtico y lo falso…la crueldad y la dulzura.