Max necesita alejarse de la ajetreada vida social de Manhattan y buscar un rincón solitario donde componer la banda sonora que le han encargado, y ¿qué mejor lugar para ello que el pueblecito de Teruel donde vivía su abuela, a la que nunca conoció?
En efecto, en Santa Olaria de la Mata no parece que vaya a haber demasiadas distracciones; la media de edad de su escasa docena de habitantes es de unos setenta años, no hay internet y ni siquiera llega la señal de televisión. Además, el pueblo suele quedar incomunicado en los meses más duros del invierno. Lo último que espera Max es encontrar al amor de su vida en ese rincón perdido del mundo, pero cuando se da cuenta del peligro que corre, ya es demasiado tarde para escapar.
¿Quién podría imaginar que encontraría el amor en un lugar en ninguna parte?