En el 2015, un grupo de paleontólogos y veterinarios practicaron una autopsia a una reproducción de tamaño natural de un Tyrannosaurus rex. Para que fuese igual que una autopsia de verdad, la reproducción incluía todos los órganos internos del tiranosáurido: huesos, músculos, órganos, tendones… y para que todavía fuese más realistas, también se incluyó la sangre.
De hecho, la reproducción está basada en los restos de “Sue”, el tiranosaurio del que se encontró el esqueleto más completo. Como si un grupo de CSI se hubiesen encontrado un tiranosaurio que acababa de morir. Sus cerca de 13 metros de largo estaban echados sobre una inmensa camilla de autopsias, dispuestos a mostrar al mundo una de las anatomías más sorprendentes de la historia.
Las sorpresas no acababan ahí ya que en el momento de la autopsia se podría descubrir que esta “tiranosauria” estaba embarazada. Así todos los espectadores podrían ver el huevo en el oviducto. Pero como buenos CSI también abrieron su estómago. La recreación era tan perfecta que hasta prepararon el estómago para que expulsase los gases correspondientes.