Amelia no necesita dejar Inglaterra en 1896 para encontrar asesinatos y tumultos. Cuando un vigilante nocturno del Museo Británico muere con una expresión aterrorizada en la cara delante de un sarcófago embrujado de una momia, Amelia sabe que debe llegar al fondo de ello.
Versada en los peligros de antiguas maldiciones, Amelia empieza a comprender que una maldición contemporánea puede ser igualmente mortal.
Y descubre que las calles familiares de Londres pueden ser tan traicioneras como los callejones de El Cairo después del anochecer, especialmente cuando un cerebro malvado pone sus vistas asesinas en su implacable perseguidora… ¡Amelia Peabody!